
El término “niño de la calle” es problemático, ya que puede utilizarse como una etiqueta para estigmatizarles. Uno de los mayores problemas que confrontan estos niños es que la sociedad en general les considera un peligro y una fuente de conducta criminal. Sin embargo, muchos niños y niñas que viven o trabajan en las calles han adoptado el término, ya que consideran que les ofrece un sentimiento de identidad y pertenencia.

Es imposible calcular el número exacto de niños o niñas que viven en las calles, pero la cifra es de alrededor de decenas de millones en todo el mundo. Es muy posible que estas cifras aumenten a medida que crezca la población mundial y la urbanización siga avanzando: se espera que 6 de cada 10 habitantes de zonas urbanas tengan menos de 18 años en 2010.

Una vez en las calles, los niños son vulnerables a todas las formas de explotación y malos tratos, y lo más probable es que sus vidas estén muy lejos de la infancia que se describe en la Convención sobre los Derechos del Niño. En algunos casos, aquellos que tienen la obligación de protegerlos se convierten en los autores de los crímenes que les afectan. Los niños y niñas de la calle sufren hostigamiento o son víctimas de palizas por parte de la policía, y a menudo se encuentran en conflicto con la ley. Algunas veces se han llevado a cabo redadas de niños para trasladarlos fuera de los límites de la ciudad y abandonarlos allí. Otros han sido asesinados por bandas de vigilantes para “limpiar la ciudad”, a menudo con la complicidad o la indiferencia de las autoridades locales.
Según el “Estudio de Niños Callejeros”, hay 11.172 niños de la calle en la ciudad de México, que tiene el dudoso privilegio de ser la ciudad más grande del mundo. “Trabajar” significa lavar carros y camiones, hacer mandados, cargar refrescos. Odian ser cargadores porque acaban con una lesión en la espalda o arrollados por un carro. Además de la violencia, la desintegración y el deterioro del ambiente, el smog, el tráfico, el origen de todo es la extrema pobreza, y las drogas y la delincuencia su manera de sobrevivir.

Todos los que pasan los ven y son invisibles. No existen. La policía los mira sin mirarlos. Todo los aísla y los señala.
La escuela es el coco de los niños, hasta de los más intocados. Los humilla. Les cuesta mucho trabajo retener y han perdido su capacidad de concentración. Nada quieren saber ni de techo ni de paredes. ¿Qué puede compararse a la calle? El vicio del niño de la calle es la calle misma.

El tiempo es otro. No saben en qué día viven, no quieren saber. Los días de la semana los cuatrapean. Las horas son las de su desastre. Sólo conocen dos estaciones, la de secas y la de aguas. La temporada de lluvias (de junio a septiembre) es mala para los chavos de la calle porque como se levantan después de las doce, la lluvia de la tarde impide cualquier actividad. Tampoco pueden jugar fútbol, lo que más les gusta.

No hay comentarios:
Publicar un comentario